viernes, febrero 14

06

“Ya casi no recuerdo los traumas de la infancia y no es porque tenga una súper terapia; el asunto va más de que la memoria que me cargo esta de la chingada; de lo poco que me queda, es un trenecito de colonia, ya saben, esos que pasan y dan un recorrido entre calles con canciones algo tristes la verdad, los niños arriba con padres y todo muy inseguro. bueno pues justo ahí, en el último vagón, en el último asiento estoy yo. luego donde no hay asiento hay un niño colgado, no me refiero a que se ahorco o algo así, más bien va como de “mosca”. al llegar a casa solo recuerdo que todo era una frustración grandota y con el saber del kínder al día siguiente es como para no dormir”

Se podría decir que tengo una especie de rutina que son tres rutinas, pero todas tienen la misma finalidad: valer verga. desde hace unas semanas el recorrer los parques se ha vuelto algo interesante, ver los vecinos que salen, que regresan, que se quedan ahí afuera como sospechando. el tener cara de maniaco siempre es útil en estos asuntos, que digo útil, es de vital importancia. el recorrer con la mirada los espacios con personas ausentes, luego como de golpe dejar de ver los espacios e irse poco a poco, centrar la mirada en el futuro, en saber si saltillo; seamos sinceros, saltillo nunca, porque no tengo la mismas ganas que hace dos años, es decir los veo y digo bueno, podría ser eso, pero como que ya fue mucho. entonces regreso y me pregunto si los pájaros saben que les he dejado la comida intencionalmente o si ellos creen que es obra de un acto misteriosos, esas cosas deberían dejarse por escrito y con notario.

Lo único bueno es la terapia y lo que pasa en ella y en mi.

En una de esas sesiones baratas de neo-terapias y amor; una chica, la del insomnio ha mencionado como de memoria los 52 nombres que de golpe me remitían a los desiertos de sonora. así como nadie le ponía atención, nadie notaba que yo la descubría entre los pasajes perdidos de unos nombre que a cualquier otro le parecerían al azar, pero créanme que de azar no tenían nada, siquiera el orden. de pronto quise levantarme de la silla barata de plástico mal corrugado; gritarle versos, gritarle flores y todo lo que se, gritarle también lo qué no se, pues por chicas como ella, estaba dispuesto a inventarle un sentido a todo; eso es lo más racional que me ha pasado con una chica, aunque la intimidad de su relato me mantenía al margen de la situación, de poco a poco fueron sucediendo los demás relatos, que para el momento en el que comenzaban, me parecían todos una plasta absurda de palabras mal hiladas. entonces como sucede, me llego el momento de mostrar de que estaba hecho (de mierda):


"Quisiera comenzar por decirte, que somos dos espadas distintas, forjadas por la misma mano; que se han desplegado por regiones distantes y aun así conservan ese vínculo, que de especial no tienen nada, pues es meramente de origen, nos une el inicio. no quiero decir que todos estamos en el mismo barco simplemente por el hecho de haber salido de golpe del big bang, es algo más específico, pues dando la vuelta en esa calle, se dónde vamos a terminar, pero también sé de qué calle estamos saliendo. no falta  seguir tratando de correr, disimulando de que pierna es la lastimada, ni mucho menos conocer el protocolo a seguir; después de toda esa larga vuelta, no queda más que el regreso, pues no se puede ir más lejos sin volver. así que volvámonos todos."